Óleo de Sánchez Carrión que se
encuentra en el despacho de la Corte Suprema.
Por Aladino Carbajal
Como integrante de la Comisión Nacional del Sesquicentenario de la Independencia del Perú, en 1971, el periodista e historiador Aurelio Miró Quesada Sosa asumió la tarea de reunir la poesía del período de la Emancipación, publicándose toda la compilación en un solo volumen[1] dentro de la Colección Documental de la Independencia del Perú. Entre las varias aclaraciones que hace el recopilador en el Prólogo, señala que de las 180 poesías que reúne este tomo, «lo que importa principalmente […], por encima de su belleza literaria, es su interés de documento» (Miró Quesada, 1971: XIV) y para aclarar mejor el asunto, y no se piense que estas poesías carecen de calidad literaria, Miró Quesada destaca esta propiedad «en las poesías y fábulas de Mariano Melgar, en la rotundidad del canto heroico a la victoria de Junín por Olmedo, [y] en la afirmación de la libertad bajo la elegancia retórica de Sánchez Carrión» (Miró Quesada, 1971: XIV). En cuanto a la única poesía atribuida a Sánchez Carrión, se aprecia que Miró Quesada la destaca tanto por su valor de documento como por su arte poética.
Esta
composición lleva por título «Oda», y fue publicada por primera vez en el año
1812, en «Breve descripción de las fiestas celebradas en la capital de los
Reyes del Perú, con motivo de la promoción del Excmo. Señor D. D. José
Baquíjano y Carrillo, conde de Vistaflorida, caballero de la real y distinguida
orden de Carlos III; oidor de la real Audiencia de Lima, juez de alzadas de los
tribunales de consulado, y minería del Perú, auditor de guerra del regimiento
de la Concordia española del Perú, Juez director de estudios de la real
universidad de San Marcos, juez protector del real Colegio Carolino. Al Supremo
Consejo de Estado, con una regular colección de algunas poesías relativas al
mismo objeto»[2].
La poesía es la siguiente:
ODA
Iam fides, et pax, et honor, pudor que
Priscus, et neglecta redire virtus
Audet…
Horat.
Atado estaba el Continente nuevo
Trescientos años con servil cadena,
A cuyo ronco son su acerba pena,
Su eterna esclavitud... llorar solía
En triste desventura,
Desde que el padre de la luz salía
Hasta el dulce nacer del alba pura.
El metal valoroso,
La quina saludable,
Y mil riquezas en soberbias naves,
De tributo en señal cortar se vían
Con fuerza irresistible
El húmedo elemento
A pesar de las olas y del viento.
Y el infeliz colono
Por sabio, por intrépido que fuese,
Y en valor excediese
Al vizcaíno, gallego o castellano,
Su cerviz sometía,
Y no mandar, sí obedecer sabía;
Cuando... ¡Alta providencia! De repente
Levantó su ancha frente
La América abatida,
Y a tí ¡Oh Joseph! ¡Oh sabio esclarecido!
La suerte de dos mundos
Por toda la nación confiarse vido.
Gloria y honor al sabio de la patria:
Salve mil veces, salve,
¡Oh poderosa Lima!
Salve ¡Oh Perú! ¡Oh América opulenta!
Que la horrible cadena
Hase ya roto; y a su grato estruendo
La santa libertad batió riendo
Sus alas celestiales
Sobre tu fértil suelo,
Y en Baquíjano al fin posó su vuelo.
Salve ¡Oh Joseph! Pues eres el primero
Que ha tan excelso honor has ascendido,
En quien tu cara patria ha recibido
De igualdad el ejemplo;
Y en quien la unión fraterna tan deseada
Llegó a verse por fin asegurada.
Salve ¡Oh Joseph! ¡Ilustre americano!
Que el Rímac apacible
De noble orgullo penetrarse siente
Al verte decorado,
Y por primera vez su faz riente
Sacude alborozado,
Y sus bellas zagalas
La avena melancólica abandonan
E himnos de gozo en tu loor entonan.
Gloriarte puedes... que tu amada patria
Estampará el primero
Tu nombre augusto en la columna de oro
Que eleve a la memoria
De su alma libertad, de su victoria
Sobre el hado fatal, que enfurecido
Perpetuarla quiso en el olvido.
Tiende sobre tu cuello
Sus brazos amorosos,
Y, basta de quebranto,
Exclama, “basta... mi hijo bien hadado.
Olvido mis ultrajes,
Mis antiguas querellas;
Que ya las ciencias, y las artes bellas
Que el talento peruano cultivase
De mi felicidad harán la base.
Tú salvaste el primero
La alta muralla, que una mano impía
Formó para cerrarme
Del brillante mandar la dulce vía.
Venid pues, celebremos
A este mi primogénito en la gloria,
Y que en su amable nombre a hablar aprenda
El tiernecillo infante
Y gloria a
mi hijo todo el orbe cante”.
Sin
embargo, Miró Quesada no ha sido el primero ni el único en apreciar la calidad
de esta composición. Ya antes lo habían hecho otros intelectuales, por ejemplo,
Raúl Porras Barrenechea, en su «Conferencia sustentada en el Centro de Estudios
Históricos Militares, el 30 de setiembre de 1953[3]»,
refiriendo que: «La escribió en 1810 en
honor a Baquíjano y Carrillo, el gran precursor de las ideas liberales,
consagrándole la más hermosa de las admiraciones juveniles, la del amor a la
libertad. La composición, que figura en el folleto dedicado a describir las
fiestas con que se despidió a Baquíjano de Lima, al ser nombrado consejero de
Estado en la península, es interesante porque comprueba ampliamente la aptitud
poética de Sánchez Carrión, demostrada en muchas otras composiciones, hoy
perdidas, pero que le dieron renombre lírico en su tiempo, y, además, porque es
un testimonio de la adhesión de Sánchez Carrión al grupo constitucionalista que
ensalzaba al magnate limeño. Acaso pudiera servir también para comprobar que
para ser gran orador se necesita tener alma de poeta» (Porras, 1953:13). Porras,
además de elogiar la «Oda», afirma que Sánchez Carrión tuvo «renombre lírico en
su tiempo» y que muchas de sus composiciones se perdieron. Corresponda o no a
la realidad tal afirmación de Porras, es difícil de comprobar, en tanto no se
encuentren más obras de la producción lírica del tribuno.
El
historiador César Pacheco Vélez, quien también enaltece la composición del
huamachuquino[4],
opina que «De las dos anónimas composiciones poéticas que Sánchez Carrión
publica en su periódico El Tribuno de la República Peruana, la más tarde
titulada A un amigo, en el nacimiento de
su primogénito podría atribuirse a nuestro prócer por el tema y el estilo, pero en
verdad pertenece a José Joaquín de Olmedo y como de tal aparece íntegramente
publicada en El Repertorio Americano, la revista que pocos años más tarde edita
en Londres don Andrés Bello» (Pacheco Vélez, 1974: XXXII). En cuanto a la otra
poesía titulada Canción Indiana le «recuerda a los yaravíes de Melgar» y
descarta que sea de la autoría de Olmedo, como se le atribuyó en su momento y
como «se consigna en una anotación manuscrita contemporánea en el ejemplar de
la Biblioteca Nacional», porque no la vio «recogida en ninguna de las ediciones
de la obra poética del guayaquileño» (Pacheco Vélez, 1974: XXXIII). De esta
manera insinúa que el autor de la Canción Indiana es José Faustino Sánchez
Carrión.
Fernando
Gamio Palacio, en su libro publicado póstumamente: «Repúblico y Libertador
Doctor José Faustino Sánchez Carrión» (Librería Studium, Lima, 1988), dedicó un
capítulo completo para tratar sobre la autoría de la Canción Indiana.
Utilizando la misma justificación de Pacheco Vélez, aseguró que Olmedo no podía
ser el autor porque la composición no se encuentra en sus antologías poéticas.
Además, objetando contra la declaración del propio Sánchez Carrión, quien en
carta a Bolívar (Lima, 01-02-1824) le aclaró que, en el periódico El Tribuno de
la República Peruana, él lo escribió todo, «exceptuando lo que es poesía, y uno
que otro rasgo sobre la geografía peruana». Es así que, ya sin insinuación,
Gamio Palacio asegura perentoriamente a Sánchez Carrión como el autor de la
Canción Indiana. Adujo: «Algunos sin justificación, la atribuyeron a Olmedo sin
embargo de no figurar en las publicaciones de las poesías de éste y por estas
razones consideramos que no es del cantor de Junín; y otros a Larriva, pero
tampoco estimamos sea del gran letrillero ni por el asunto, ni por el estilo y
lenguaje, ni por la forma de desarrollarlo. Creemos sí por la explicación con
que la precede, comprendiendo la razón del tema y ser éste inspirado en una
costumbre serrana tratada con cariñosa nostalgia por el terruño, así como con
ternura por lo jóvenes aborígenes que se hacen el amor y por su forma
literaria, creemos que el autor es Sánchez Carrión» (Gamio, 1988: 389).
A partir
de la aserción de Gamio Palacio, otros autores, sin mayor investigación, han
continuado atribuyendo la autoría de la Canción Indiana a Sánchez Carrión. Julio
Galarreta González, conterráneo del prócer, en un libro[5]
publicado seis años antes que el de Gamio, pero que tuvo la oportunidad de
revisarlo inédito gracias a su amistad con el autor[6],
divulgó la buena nueva, sosteniendo que «Las dos composiciones que han llegado
hasta nuestros días, presentan las dos notas esenciales y caracterizadoras de
la poesía de Sánchez Carrión. En la Oda
a Baquíjano y Carrillo destella la exaltación épico-romántica de la
libertad dentro de un contexto cívico-patriótico y en la Canción Indiana está la serena pero franca defensa de un genuino
sentimiento de vernacularidad e indigenismo» (Galarreta, 1982: 23).
La Canción
Indiana se publicó en el número II del periódico El Tribuno de la República
Peruana, que apareció el domingo 1° de diciembre de 1822. Esta poesía, como los
artículos que se consignan en este número del periódico, no está firmada. En
seguida la transcribimos íntegra, incluida su presentación:
POESÍA
CANCIÓN
INDIANA
Los
antiguos americanos que la culta Europa llamó indios, regularmente no vivían formando
pueblos, sino entre los montes en cabañas separadas unas de otras. Cuando un joven
amaba, iba por la noche a la choza de su amada con un hacha encendida; y si la
virgen la apagaba con su soplo, era señal de que admitía a su amante
favorablemente. La noticia de esta costumbre, y la observación de que el valor
marcial y el amor a la patria eran las primeras virtudes de aquellos amables
hijos de la naturaleza, bastan para entender bien esta canción, en que se ha
procurado imitar en lo posible el estilo de aquellos tiempos sin lujo y sin
artes, pero con inocencia y con virtudes.
CANCIÓN
Entre las sombras mudas,
Por esta alzada loma
Yo busco a mi paloma,
En alas del amor.
Yo
voy a sorprenderla
Allá en su mismo nido,
Solitario y querido
Antes que nazca el sol.
La
di un hilo de cuentas
Que siempre al cuello lleve;
Tres blancas cual la nieve,
Indican su candor.
Tres
verdes mi esperanza
De gozar sus favores,
Tres negras mis temores,
Y tres rojas mi amor.
Yo voy a sorprenderla
Antes que nazca el sol.
--
Cual conchita de nácar
De perlas guarnecida,
Su boca reducida
Exhala un grato olor.
Sus
ojos de paloma
Que arrulla lastimera,
Su larga cabellera
Es un campo de arroz.
Yo voy a sorprenderla
Antes que nazca el sol.
--
Sus mágicas palabras,
Son bálsamo suave
Que las heridas sabe
Curar el corazón.
Sus
pechos dos cabritos
En un día nacidos,
De una madre paridos,
Y de un mismo color.
Yo voy a sorprenderla
Antes que nazca el sol.
--
Cubra su dulce aliento
De sombra voluptuosa,
Esta hacha luminosa
Que mi amor encendió.
Yo alegraré su seno,
Cual alegra el rocío
En el ardiente estío,
Las yerbas y la flor.
Yo voy a sorprenderla
Antes que nazca el sol.
--
¡O Mila! Que yo vea
Pendiente de tu seno,
Y de mil gracias lleno
El fruto de mi amor.
No
temeré, mirando
Su sonrisa agraciada,
Ni la vejez helada,
La muerte, ni el dolor.
Yo voy a sorprenderla
Antes que nazca el sol.
--
La patria en él poniendo
Su gloria y su esperanza,
Le fiará la venganza
De su ultrajado honor.
Y
meciendo su cuna
Fumaré en paz sabrosa
Mi pipa deleitosa
Cantando esta canción:
Entre las sombras mudas
Por esa alzada loma,
Yo busqué a mi paloma
Antes de ver el sol.
Yo vine a sorprenderla
Aquí en su mismo nido,
Solitario y querido,
Y aquí pagó mi amor.
Si
cotejamos ambas composiciones, es evidente la disgregación del romántico
nacionalismo americano de la Oda y la filantropía sentimental de la Canción
Indiana, que son el matiz caracterizador de cada una. Los escritos literarios y
políticos que conocemos de Sánchez Carrión se inician con la «Oda» en homenaje
a Baquíjano y Carrillo y la «Arenga» dirigida al virrey Abascal en el primer
aniversario de la jura de la Constitución de Cádiz en 1813, que representan su
adhesión al constitucionalismo fidelista de 1812. Lo que sigue de su obra,
sobre todo con mayor énfasis sus famosas cartas firmadas bajo el seudónimo de
El Solitario de Sayán, confirman su activismo en el liberalismo republicano,
que tuvo como miembros a destacados ilustrados peruanos que conformaron en
mayoría el Primer Congreso Constituyente y promulgaron la Constitución Política
del año 1823. Sus documentos finales, relacionados a la Convocatoria del
Congreso de Panamá, afirman su decidido americanismo. En su conjunto, la obra
sanchezcarrionista tiene un carácter netamente político e ideológico, lo cual
aísla y no se condice con el tinte amoroso del que se nutre la Canción Indiana.
La filantropía sentimental de la Canción Indiana es ajena al verbo doctrinario
de Sánchez Carrión, por lo que en este caso suscribimos lo dicho por Pacheco
Vélez al respecto, que Sánchez Carrión «sigue un proceso coherente desde el
constitucionalismo fidelista de la Oda de 1812 al liberalismo republicano y
jacobino de 1822 y hasta los documentos de la convocatoria al Congreso de
Panamá, que llevan su impronta» (Pacheco Vélez, 1974: XXXV).
Frente a
esta contradicción y polémica autoría, decidimos investigar partiendo del
inicio de las cosas, con el objeto de conocer la verdad del asunto.
Debemos admitir que conocer
la verdad no fue complicado. Guiados por las pistas que señalan a Olmedo como
el autor de la Canción Indiana, nos remitimos a su obra íntegra. Lo primero que
revisamos fue el ejemplar de la primera reimpresión de su poesía completa[7],
ordenadas por el crítico argentino Juan María Gutiérrez y revisadas por el
autor, y sí encontramos en sus páginas la Canción Indiana. La encontramos
también en otras ediciones[8],
por lo cual nos sorprende el descuido de los historiadores César Pacheco Vélez
y Fernando Gamio Palacio, que descalificaron a Olmedo como autor de la aludida
composición por no figurar en ninguna de sus antologías poéticas. Con este
hallazgo, sumado a la carta que Sánchez Carrión dirige a Bolívar, donde le
aclara que en el periódico El Tribuno de la República Peruana él lo escribió
todo, excepto lo que es poesía, y, la anotación manuscrita en el ejemplar del
periódico en la Biblioteca Nacional, que consigna a Olmedo como el autor, queda
aclarado el asunto: José Faustino Sánchez Carrión no es el autor de la Canción
Indiana. De esta manera se derrumba el falso que por más de tres décadas ha
venido distorsionando la coherencia doctrinal de la obra del Solitario de
Sayán. Por otra parte, se reivindica a Olmedo y ni que decir que la ternura que
expresa la Canción Indiana reencuentra su parentesco de consanguineidad dentro
de la producción poética del guayaquileño.
[1] La Poesía de la Emancipación, Tomo XXIV, Colección Documental de La
Independencia del Perú. Comisión Nacional del Sesquicentenario de la
Independencia del Perú. Lima, 1971.
[2] D. José Antonio Miralla, Lima, Imprenta de los Huérfanos, 1812.
[3] Esta Conferencia se publicó íntegra, como separata de la revista «Mercurio
Peruano» N° 320 [1953], con el título: «José Sánchez Carrión, El Tribuno de la
República Peruana».
[4] «[Oda]Esos versos de Sánchez Carrión, de un gallardo y vibrante
nacionalismo americano, cuyos ecos resuenan en las posteriores estrofas de
nuestro Himno, destacan tanto en el escueto panorama de la poesía peruana
prerromántica, que parece extraño constituyan el único testimonio de la
inspiración del tribuno» (Pacheco Vélez, 1974: XXXII).
[5] Galarreta González, Julio. (1982). Sánchez Carrión: Pasión y Rumbo
de la Libertad. Lima: UNFV.
[6] En otro libro publicado el mismo año (1982) y editorial (UNFV),
titulado: «Poetas de Huamachuco: Estudio y Antología», Galarreta González
menciona este dato: «Fernando Gamio Palacio, intelectual de singular valía como
diplomático e historiador, en su libro, aún inédito, que llevará el título de
José Faustino Sánchez Carrión: Repúblico y Libertador, dedica todo un capítulo
para explicar, con probanza documental y certera argumentación, la autenticidad
de la autoría de Sánchez Carrión» (pp. 4-5).
[7] Olmedo, José Joaquín. (1853). Obras poéticas de D. José Joaquín
Olmedo: única colección completa. París: Libr. Española y Americana de D. Ing.
Boix.
[8] La primera edición de la obra poética completa de Olmedo, ordena
por Juan María Gutiérrez, donde figura la Canción Indiana, se publicó en el año
1848 (Valparaíso, Impr. Europea). Lo hemos visto también en: Gutiérrez, Juan
María. (1866). Poesía Americana: composiciones selectas, escritas por poetas
sud-americanos de fama, tanto modernos como antiguos. Buenos Aires: Impr. del
Siglo. Tomo I, pp. 22-24. Por motivo de tener el dato concreto, no hemos
insistido en buscar más recursos.
1. Portada del folleto editado
por José Antonio Miralla en homenaje a Baquíjano y Carrillo, donde aparece la
primera producción literaria y política de Sánchez Carrión. 2, 3 y 4. Como se
aprecia, esta composición consigna la firma de Sánchez Carrión y representa su
adhesión al constitucionalismo fidelista de 1812.
5. Portada del periódico El
Tribuno de la República Peruana, editado por Sánchez Carrión en 1822, donde se
publicó la Canción Indiana. 6, 7 y 8. Como se consigna, la poesía no lleva
firma, lo cual conllevó a varios autores a investigar sobre su autoría. A
partir del sesquicentenario de la Independencia se le atribuyó erróneamente a
Sánchez Carrión, pero realmente le pertenece a Olmedo, tal como demostramos en
este artículo.
9. Primera reimpresión de la poesía
completa de Olmedo, donde apareció publicada la Canción Indiana, lo cual aportó
para confirmar y aclarar que Sánchez Carrión no es el autor de la mencionada
composición, tal como lo señalaron varios especialistas.
[Artículo
publicado en “Guamachuco: Revista de historia y cultura”, Año I, N° 1. Trujillo,
agosto de 2016]
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